El velero que resucitó tras medio siglo en el barro

El Merrymaid, uno de barcos de la Illes Balears Clàssics, botado en 1904 ha completado varias vueltas al mundo tras su restauración en 2001.

El Merrymaid, un precioso cutter áurico de 34 metros de eslora, visita este año por primera vez la Illes Balears Clàssics que organiza el Club de Mar-Mallorca. No puede participar en la regata porque, aunque tiene todo el equipamiento y los aparejos a punto, todavía tiene que poner a prueba su rendimiento y optimización. Sin embargo, es el barco más antiguo de los inscritos en el evento. Su historia es una historia de supervivencia llevada al extremo, pues pasó medio siglo semisumergido en el barro y sirviendo de vivienda. Afortunadamente, ha podido recuperar su máximo esplendor y buena parte de los últimos años los ha pasado completando varias circunnavegaciones por el planeta. Ahora esta preciosa joya del patrimonio marítimo busca nuevo dueño.

Foto: Nico Martínez.

El Merrymaid fue botado en 1904 en los astilleros Camper&Nicholson en Inglaterra como un encargo de Thomas A. Hardcastle. Días después ya se batía en regatas con los grandes Big Boats de la época, White Heather, Valdora, Meteor, Cariad o Lulworth. No tardó en llegar su primer gran triunfo ese mismo año en la King’s Cup y en presencia del Rey Eduardo VII. Era considerado uno de los barcos más rápidos de la costa sur inglesa. Pasó a la Primera Guerra Mundial al abrigo de un fiordo noruego y en los años 20 y 30 siguió disfrutando de una amplia y exitosa carrera deportiva.

Sin embargo, su condena llegó con la Segunda Guerra Mundial, que fue la que exilió el barco del mar. El esfuerzo bélico obligó a exprimir al máximo la economía británica y las casi 30 toneladas de plomo de la quilla del Merrymaid sirvieron para apoyar esa perentoria necesidad del pesado metal en aquellos días. Fue entonces cuando el casco del barco quedó semisumergido en el barro en 1943, como una eficiente manera de conservarlo dentro de lo posible, librándolo de la exposición al aire y al agua, mientras se aprovechaba su cubierta y sus espacios interiores para convertirlo ocasionalmente en vivienda.

Y allí fueron pasando los años y allí fueron pasando las décadas y el Merrymaid parecía haber olvidado sus tiempos de regatas, incluso la caricia del mar sobre su casco. Sin embargo, tras pasar por las manos de varios propietarios, finalmente el barco volvió al mar en 1995, medio siglo después. Pocos años después comenzó la restauración del barco, que se truncó por la muerte del dueño, aunque no tardó en retomarse tras encontrar un nuevo propietario en subasta. El Merrymaid quería recuperar la alegría de la navegación y a ello se dedicó plenamente a partir de 2008 completando varias circunnavegaciones por todos los mares del mundo, desde los cálidos y tropicales hasta las gélidas aguas cercanas a los dos polos. Desde hace unos años ha encontrado acomodo y descanso en aguas mallorquinas, donde ahora aguarda plácidamente para encontrar un nuevo dueño que le devuelva a sus aventuras por los mares del mundo.