William Fife III, el arquitecto de la belleza naval

Hallowe’en (1926), Mariska (1908) y Viola (1908), tres obras del legendario diseñador escocés, se dan cita en la Copa del Rey de Barcos de Época de Mahón.

El arquitecto naval escocés William Fife III (1857-1944), también conocido como William Fife Jr., diseñó a lo largo de su vida alrededor de 600 veleros, un tercio de los cuales se estima que siguen navegando en nuestros días. Tres de ellos –Hallowe’en (1926), Mariska (1908) y Viola (1908)- participan en la XIX Copa del Rey Repsol, el encuentro de barcos clásicos que organiza el Club Marítimo de Mahón y referencia de la vela ‘vintage’ en el Mediterráneo.

Hablar de Fife III es hacerlo de la búsqueda la perfección y la belleza. El más moderno de sus veleros presentes en Mahón, el Hallowe’en se botó en 1926 con motivo de la segunda edición de la Fastnet y montó uno de los primeros aparejos bermudianos (vela triangular) de la historia.Fue el más rápido de la flota y mantuvo el récord de la prueba (3 días, 19 horas y 5 minutos) hasta 1939, cuando apareció en escena el Nordwind, el barco de regatas de la Kriegsmarine (la marina de guerra de la Alemania nazi) diseñado por Henry Graber. La marca se vio reducida, en gran parte, porque el recorrido fue modificado por uno más corto. 

El propio William Fife III calificó al Hallowe’en como “la joya perfecta”. Es difícil saber si llegó a ser su favorito (le debía resultar imposible tomar partido entre tantos y tan magníficos barcos), pero lo cierto es que le dedicó numerosos y encendidos elogios. No podía ocultar una cierta predilección. Y no es de extrañar: sus líneas estilizadas, la peculiar estampa redondeada de su popa y sus imponentes 25 metros de eslora lo convierten en uno de los ‘big boats’ más atractivos de la flota de época.

El actual armador del barco, Inigo Strez, afirma sobre la vigencia de este maravilloso ejemplar: «No creo que Fife pudiera imaginar que estos barcos estuvieran compitiendo y ganando regatas un siglo después ¿o tal vez sí lo imaginó? Somos afortunados de que hayan sobrevivido y de disfrutarlos y cuidarlos con el objetivo de que otras personas, dentro de 50, 60 o 100 años, puedan seguir haciéndolo».

En sus años de máximo esplendor, el Hallowe’en solía contar a bordo con la presencia del príncipe Olaf, futuro rey de Noruega. Su casi centenaria existencia no ha estado exenta de vicisitudes y peligros. Como tantos otros veleros de su estirpe, estuvo en riesgo de desaparecer, pero desde la última gran restauración a la que fue sometido en 2009, llevada a cabo en los astilleros escoceses de Failie que lo vieron nacer, mantiene el esplendor de sus primeros años. Una época en la que proyectos extraordinariamente audaces como el de este velero se culminaban en un plazo ahora impensable, según explica Strez: «Es una gran sensación navegar con un barco que fue construido hace casi un siglo en un tiempo asombrosamente corto, apenas cinco meses, algo que no se podría hacer hoy, incluso con la tecnología moderna. Simplemente no ocurre».

La tripulación del Hallowe’en se verá las caras en Mahón con la del Mariska (1908) en la categoría de Grandes Esloras. Éste último velero fue diseñado también por William Fife III en 1908 para la clase FI15, a la que pertenecen el Hispania (1909), el Tuiga (1909) y el Lady Anne (1912), los únicos cuatro supervivientes de aquella fórmula que permitía la competición en tiempo real.

El Mariska fue, en realidad, el segundo yate de la clase de 15 metros (no confundir con su eslora) diseñado y construido por Fife Jr. un año después del lanzamiento del Shinna en 1907. Fue encargado por A.K. Stothert, un adinerado coleccionista de yates que no estaba dispuesto a quedarse fuera del grupo de millonarios y aristócratas regatistas formado, entre otros, por el Rey Alfonso III o el Duque de Medinacelli.

Con todo, el Mariska tuvo una vida deportiva relativamente corta en sus primeros años. Tras cambiar de manos hasta cinco veces hasta 1923, vio transformado su aparejo de cúter de regatas por uno de yola, primero, y por otro de queche, más adelante, ambos más propios de un barco recreativo que de un pura sangre.

Gracias a estas transformaciones y a sus nuevos usos, sin embargo, logró sobrevivir a las dos guerras mundiales y llegar vivo, aunque muy herido y algo desvirtuado, al siglo XXI. En 2001 empezaron los trabajos de restauración que lo han devuelto a su apariencia original. Los responsables de su resurrección son los carpinteros de ribera Jacques Faroux y su hijo Nicolas.

El Viola, del armador Belkin Kostia, ganó la Copa del Rey Repsol en 2021, en su primera participación en Menorca. William Fife III confeccionó los planos y dirigió personalmente la construcción de este cúter de 14 metros que navega en representación del Yacht Club de Mónaco y compite en la categoría de Época Cangreja, correspondiente a los veleros anteriores a 1950 con aparejo trapezoidal.

La embarcación ha pasado por las manos de 14 armadores y ha sido sometida a constantes trabajos de conservación desde su restauración en 1999. Francia le otorgó la calificación de “monumento nacional”, lo que garantiza su protección. Su camino fue inverso al del Mariska: el Viola empezó siendo un barco de crucero que, por designios del azar y gracias al impulso de regatas como la Copa del Rey de Barcos de Época de Mahón, ha terminado transformado en un velero de regatas. Y muy competitivo, además.

Su actual armador asegura que el Viola, en realidad, no le pertenece y que él es sólo el encargado de su cuidado y conservación. Un sentimiento que comparten la mayoría de apasionados de la mar y del patrimonio que estos días se reúnen con sus joyas flotantes en el puerto de Mahón.